Difícilmente se podrán conseguir los objetivos que se plantean
en los diferentes programas anteriormente expuestos si no existe un compromiso
firme y continuado para su financiación. Posiblemente sea necesario invertir
mejor, pero no cabe duda que hay que invertir más. A pesar de que la
cultura es una de las principales riquezas de Iberoamérica y uno de los
elementos que cimientan la región, su pobreza en términos de financiación
es notable. La tarea, pues, es convencer de su necesidad y de la importancia
estratégica de la inversión en cultura para impulsar el desarrollo
económico, la identidad nacional y regional, y la cohesión social.
El compromiso de financiación ha de iniciarse en los poderes públicos,
tanto nacionales
como regionales y locales. Tal vez incluso deban coordinar sus esfuerzos económicos
en torno a proyectos integrales y a medio plazo. Pero la exigencia no se
orienta solamente hacia las administraciones públicas. Las empresas,
las fundaciones,
las asociaciones vinculadas al ámbito de la cultura y, en resumen,
todos aquellos sectores con capacidad de impulsar las actividades culturales,
han
de sentirse concernidos con las demandas que este proyecto genera.
Al mismo tiempo que se incrementa la financiación de los proyectos culturales,
hay que buscar nuevas fórmulas que contribuyan, desde otras perspectivas,
a
reforzar las iniciativas culturales y a mejorar su gestión. El «uno
por ciento cultural
» es una medida de apoyo a la cultura consistente en dedicar ese porcentaje
del presupuesto de cada obra pública, financiada total o parcialmente
por el
Estado, a sostener trabajos de conservación o enriquecimiento del patrimonio
histórico, o de fomento de la creatividad artística, con preferencia
en la propia
obra o en su inmediato entorno.
Las leyes de mecenazgo cultural, el apoyo a fundaciones y asociaciones sin
ánimo
de lucro que inviertan en el ámbito de la cultura, los incentivos fiscales
y la búsqueda
de variadas estrategias, como la mejora del crédito a las cooperativas
culturales,
la búsqueda de nuevos sistemas de comercialización, el refuerzo
de
estrategias de comunicación o el apoyo a las industrias culturales, son
otras alternativas
necesarias para el impulso de los programas culturales.
Hay que señalar que no es suficiente el mayor compromiso de los poderes
públicos
y de las instituciones nacionales con la financiación de la cultura.
La pobreza
y el retraso de algunos países exigen la colaboración de los organismos
internacionales
y de las agencias de cooperación de países con mayores recursos
y
posibilidades. La propuesta de un Fondo Solidario para la Cooperación
Cultural,
entendido como la coordinación de los aportes financieros que diferentes
instituciones
realizan de forma autónoma para el desarrollo de la cultura de los países
y de los proyectos colectivos, es la necesaria consecuencia de este planteamiento.
Un fondo que no debe sustituir el esfuerzo que cada país realice, sino
que debe orientarse a completarlo.
El incremento de financiación que se plantea no puede surgir solamente
de mensajes
bienintencionados sobre el valor de la cultura. Es preciso disponer de programas
atractivos, capaces de conectar con los intereses sociales y ciudadanos, y con
un
claro impacto en el desarrollo económico y social de cada país.
Los programas que
en este documento se han formulado tienen esta pretensión. El debate
que sobre
este documento se va a producir a lo largo de 2011 ha de conseguir este objetivo.
Objetivos
1. Ampliar la financiación de la cultura de forma continua y progresiva.
2. Aprobar medidas fiscales e incentivos económicos para la financiación
privada de la cultura.
3. Fijar determinados porcentajes en programas de inversión para
la financiación de la cultura.
4. Impulsar y coordinar un Fondo Solidario para la Cooperación Cultural.
Líneas de acción
1. Destinar de forma progresiva al fomento de la cultura un mínimo
del 1% del presupuesto general de cada Estado, según lo acordado en
la X Conferencia Iberoamericana de Cultura (Valparaíso, Chile, julio
de 2007).
2. Establecer incentivos fiscales al mecenazgo y al apoyo privado a los proyectos
culturales.
3. Impulsar programas específicos para la incorporación de
empresas y agentes económicos en los órganos directivos de las
grandes instituciones culturales para facilitar su financiación.
4. Aprobar y coordinar un programa de implantación del 1% cultural
en los presupuestos de las obras públicas o concesiones estatales a
privados. 5. Analizar, diseñar y coordinar el Fondo Solidario para
la Cooperación Cultural que complete el esfuerzo de los países
y regiones más pobres con el desarrollo de la cultura.
Con el fin de ir construyendo la versión final de este documento es
necesario que nos ofrezcan sus opiniones, sus propuestas, todas ellas serán
un aporte necesario en la construcción del desarrollo de la Carta Cultural
Iberoamericana entre todos.
Les agradecemos mucho su colaboración en este espacio de debate y
participación.
Nota: Es recomendable leer el libro que hemos publicado con la propuesta
completa. Descargar.
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