La Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales, aprobada en 2005, es una orientación ineludible en la acción
cultural. Aprobada por la mayoría de los países, está teniendo un peso creciente
en las iniciativas mundiales y en la cooperación internacional.
Su marco normativo apoya las iniciativas de los Estados para la elaboración de
las políticas culturales que protejan y promuevan la diversidad cultural, y destaca
la fuerza de los bienes y servicios culturales como portadores de identidad, valores
y significados. La Convención ha de ser una referencia para las iniciativas
culturales de los países de nuestra región y para la construcción del espacio cultural
iberoamericano.
Enfrentada a profundos movimientos disgregadores, tanto procedentes de la propia
realidad iberoamericana —con raíces comunes pero expresadas en una gran
heterogeneidad de matices y formas culturales—, cuanto de las tendencias globalizadoras
que operan en la sociedad, así como de las convulsiones y procesos
en curso en las demás regiones del mundo, la construcción de un espacio cultural
iberoamericano es un desafío gigantesco. Es sin duda una tarea cultural, pero
es mucho más: es un horizonte que debe de ser planteado como convergencia
de las aspiraciones y voluntades colectivas económicas, sociales, culturales y
políticas de los distintos colectivos diferenciados que viven en Iberoamérica.
La cultura en la que hemos vivido nos aporta los referentes necesarios para
elaborar el significado de nuestros proyectos, de nuestras relaciones, de nuestra
acción y de nuestros valores. Hemos interiorizado una narrativa cultural
determinada a través principalmente de la lengua, pero también de las tradiciones,
los ritos, los símbolos y la historia de nuestra propia cultura. La identificación
con nuestra cultura nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos y a
comprender nuestro entorno social.
La historia vivida en común, con sus tragedias y sus posibilidades, con sus destrucciones
y sus creaciones, es el eje vertebrador del pasado que da el sentido
al presente y orienta el futuro. No puede comprenderse este espacio cultural si
no se recupera la memoria histórica y se muestran las claves del pasado. Por
ello, la investigación histórica ha de situarse entre las tareas prioritarias para
construir el espacio cultural iberoamericano.
La lengua es el vehículo fundamental a través del cual construimos nuestra
identidad personal y social. Nos conocemos y conocemos a los otros y a nuestro
entorno social por medio del lenguaje. La defensa de la lengua propia es
también una defensa de nuestro ser reconocido en el mundo. Sin embargo,
como señala la UNESCO (2010)33, la idea de identidades, culturas y lenguas
fijas ha de dejar paso a una visión de cambio y transformación a través de procesos
continuos de reconstrucción y negociación simbólica.
Al igual que las culturas y especies humanas, los idiomas se adaptan a unos
nichos ecológicos específicos; y lo mismo que los objetos culturales están dotados
de historicidad y manifiestan las visiones del mundo, los valores y los sistemas
de creencias implícitos están insertos en una cultura determinada.
Las lenguas son un marcador crítico de la vitalidad de la diversidad cultural, pues
son —más allá de instrumentos de comunicación— el prisma a través del cual las
personas y las comunidades aprehenden sus relaciones y su entorno y le dan
sentido.
Junto con la historia y las lenguas, la comunicación se convierte en el tercer eje
articulador de un espacio cultural compartido. Las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación (TIC) han modificado de forma radical todas
las formas de intercambio entre las personas y los grupos sociales, y han alterado
el significado y alcance de las industrias culturales y de sus contenidos. No
es posible pensar en la construcción del espacio iberoamericano de la cultura sin
incorporar en el proyecto a los medios de comunicación, tanto la prensa escrita,
la radio y la televisión, como el nuevo espacio social e informativo articulado en
torno a internet.
La idea es tejer una inmensa red de comunicaciones que, a partir de un banco
central de contenidos, haga circular por la región, especialmente a través de la
web, mensajes, informaciones y todo tipo de productos audiovisuales y literarios
que refuercen la existencia y la pertenencia al espacio iberoamericano.
¿Cómo concretar estas iniciativas y dotarles de un sustrato organizativo que les dé
estabilidad, coordinación y planificación a medio y largo plazo? Hay una primera y
fundamental referencia: el fortalecimiento de las instituciones culturales y de la
gobernanza democrática. Es preciso, por una parte, reforzar las instituciones públicas
para que puedan ejercer su labor con profesionalidad, sentido del bien público,
visión de Estado y escucha de las opiniones de los distintos sectores interesados en
determinados problemas. Pero también es necesario mantener un estilo de gestión de
los asuntos públicos, lo que ha venido en llamarse la «gobernanza democrática».
Se trata de que los gobiernos establezcan reglas claras, marcos legales equilibrados,
respeto a la ley, y posibilidad de participación en los asuntos públicos de
interés. En las sociedades democráticas las leyes tienen un extraordinario poder
de configuración de la realidad. Por ello, pocas cosas ayudarían más a la creación
de un espacio común iberoamericano que un corpus legislativo no homogéneo,
pero sí armonizado y coherente, porque sabemos que nuestro continente es plural
y diverso.
La gobernanza supone ofrecer información y abrir cauces para que todos los
sectores, en este caso culturales, conozcan las reglas del juego, los canales
para expresar su posición y las formas como se adoptan y se comunican las
decisiones. La propuesta que se formula en el último de los programas, la creación
del Consejo Asesor de la Cultura Iberoamericana, se sitúa en esta dirección.
Una segunda estrategia, que en gran medida depende de la anterior, es el apoyo
a una red básica de centros culturales iberoamericanos en estrecha relación con
los ministerios de Cultura y con las oficinas de la OEI en cada país. La experiencia
pone de manifiesto que este tipo de centros socioculturales en sus diversas
modalidades se han convertido en importantes motores para el desarrollo, la
consolidación de nuevas audiencias y la cooperación internacional.
Objetivos
1. Apoyar la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de
la Diversidad de las Expresiones Culturales, y asumirla como referencia
en las iniciativas culturales iberoamericanas.
2. Incrementar la información sobre la historia y los principales referentes
culturales de cada país y favorecer su conocimiento por el resto de los
países de la región.
3. Animar la producción de contenidos culturales entre varios países, en
especial los referidos a la historia, a las figuras de referencia y a los artistas
y creadores culturales.
4. Defender la riqueza lingüística de Iberoamérica y extender una oferta
educativa bilingüe y multicultural.
5. Potenciar la Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana (ATEI-TEIb).
6. Comprometer a los medios de comunicación en la perspectiva del espacio
cultural iberoamericano.
7. Fortalecer las instituciones responsables de la gestión cultural.
Líneas de acción
1. Colaborar con las propuestas de la UNESCO para la aplicación y desarrollo
de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de
las Expresiones Culturales.
2. Tener una presencia activa como región en el desarrollo de dicha Convención.
3. Colaborar en la edición de libros sobre la historia de los diferentes países
de la región.
4. Elaborar materiales para el desarrollo de una educación multicultural y
bilingüe en las zonas que lo precisen.
5. Colaborar con los países para organizar una red básica de centros culturales
iberoamericanos.
6. Desarrollar la Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana (ATEI-TEIb)
y apoyar su extensión.
7. Comprometer a los medios de comunicación públicos y privados a dedicar
un tiempo semanal a los temas culturales.
8. Ampliar la proyección internacional de los programas culturales iberoamericanos.
9. Realizar seminarios y encuentros con periodistas del ámbito cultural de
los principales medios de comunicación de los países iberoamericanos.
10. Impulsar el uso intensivo del portugués y del español en el entorno digital,
y apoyar la presencia de artículos científicos y de divulgación en ambas
lenguas.
11. Crear dos espacios virtuales iberoamericanos de cultura: uno para la
difusión de contenidos, destinado a todos los públicos, y otro de apoyo
y servicio a la creación artística y a la gestión cultural, destinado a los
profesionales de la cultura de toda la región.
12. Ampliar la oferta formativa de los gestores culturales.
13. Promover intercambios y asesoramiento entre los países para fortalecer
las instituciones responsables de la cultura.
Con el fin de ir construyendo la versión final de este documento es
necesario que nos ofrezcan sus opiniones, sus propuestas, todas ellas serán
un aporte necesario en la construcción del desarrollo de la Carta Cultural
Iberoamericana entre todos.
Les agradecemos mucho su colaboración en este espacio de debate y participación.
Nota: Es recomendable leer el libro que hemos publicado con la propuesta
completa. Descargar. También puede descargar el texto completo de la Convención sobre
la Protección y Promoción de la Diversidad
de las Expresiones Culturales de la UNESCO
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en pocas horas. |